¿QUIERES CONOCER A JESUS?
DIOS ME AMA “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31:3) “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1ª Juan 4:10)
SOY PECADOR “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3:23) “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23)
CRISTO MURIO POR MI “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
LO RECIBO EN MI CORAZON Y SOY SALVO “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12) “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1ª Juan 5:12) TENGO QUE CRECER Y DAR FRUTOS “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:4 y 5)
Repite esta oración Querido Dios: ¡Gracias por amarme! Reconozco que te necesito y te pido que perdones todos mis pecados. Límpiame con tu sangre preciosa. Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios, y lo recibo en mi corazón como mi Señor y Salvador. Quiero convertirme en Tu hijo/a y experimentar una nueva vida. Anota mi nombre en el libro de la vida. Te doy gracias porque sé que ya lo hiciste. En el Nombre de Jesús. Amén.
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Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Romanos 5:19.
El enojo en sus ojos era atemorizante. Mirando fijamente al horizonte, trataba de encontrar palabras que no lo lastimasen tanto, pero no las hallaba. -Yo... yo soy así. ¿Qué puedo hacer? ¡Es mi naturaleza, mi destino, mi suerte; y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo! Mucha gente piensa que jamás podrá cambiar de vida, y justifica sus errores, con la idea de apagar la voz de la conciencia. ¿Tienen ellos la razón? Hoy, tal vez, te levantaste con el sabor de la derrota en tus labios; te duele la cabeza intensamente; tu cuerpo siente la resaca de ayer. Y, mirándote al espejo, te sentencias: Soy así, ¿qué puedo hacer? La Biblia habla acerca de la naturaleza pecaminosa del ser humano. Desde que venimos al mundo, traemos la inclinación hacia el mal. El versículo de hoy menciona la desobediencia de Adán como puerta de entrada del mal a la vida de todos. El árbol de la humanidad fue contaminado en su raíz, y los frutos son malos. La vida del ser humano es una incansable lucha en contra de la naturaleza pecaminosa. Creo que nadie, en sana conciencia, desea hacer el mal; a nadie le gusta tropezar y caer a cada rato. No le hace bien a nadie prometer y prometer, sin nunca cumplir. El texto de hoy presenta un contraste entre Dios y el hombre: si, por un lado, el pecado atacó la raíz de la humanidad y contaminó todos los frutos, por el otro, Cristo venció el pecado, y trajo solución y cura. Al comenzar un nuevo día de tu historia, recuerda que todos tenemos una naturaleza mala, pecaminosa, que se deleita en vivir lejos de Cristo y que prefiere vivir ajeno a la voluntad de Dios. El Señor Jesús, con el suave pañuelo de su justicia, nos limpia con cariño; nos limpia de todo y nos llama justos. Cuando por algún motivo te sientas indigno; en las horas de mayor angustia, en los momentos de total desánimo; cuando el martilleo de la culpa te golee sin cesar, recuerda: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos".